lunes, 7 de octubre de 2013

Pequeños recuerdos de salud

Estar enfermera siempre tenía su lado positivo, todo el mundo te colmaba de cantidades inmensas de arrumacos y mimos. Recuerdo que en mi familia nunca se nos inculcó miedo a los hospitales, ni a la sala del o de la doctora, ni al personal de enfermería. Resultaría por lo menos un tanto extraño temerle a alguien que lo único que pretende es aliviarte ese dolor que te ha hecho llegar hasta ellos.
Mi doctora siempre tenía en su sala grandes colores y hojas donde dar rienda suelta a la creatividad y a las ganas de ensuciarnos, incluso una pizarra donde las tizas de colores eran toda una odisea. Raro era el día que no le dejábamos un dibujo pegado en aquella pared llena de garabatos. Y al salir, mi madre siempre nos compraba un detallito, a la librería y debajo del brazo con algún libro, pegatina o saltarina íbamos para casa preguntándonos cuando regresaríamos al cole a contar toda aquella aventura.
Y en el cole… aún recuerdo cuando la campaña de vacunación se hacía en el centro, unos detrás de otros, tal como reses. Yo prefería a MI doctora, a MI enfermera, MIS lápices de colores y MIS tizas. Aún recuerdo cuando me vinieron a buscar a clase porque mi hermano, un año menor, se encontraba algo “pachucho” después de una inyección. Unos besitos de hermana mayor, unas cosquillas, y andando. Quizá sea importante como docentes ser conscientes de que el afecto y la felicidad está íntimamente relacionado con el bienestar físico y mental, y por lo tanto, con la salud. “A la fila, a enjuagar, todos juntos a cantar” cantaba una profesora efusivamente a la espera de que todos y todas nos levantáramos raudos y veloces para hacer los lavados bucales con el famoso Flúor de color rosa.
Dibujo realizado por una alumna de 5 años sobre los cuidados cuando uno está enfermo
Estar enfermo era algo que pasaba, sin explicación, ni causa lógica, hasta que o bien la profesora o cualquier miembro de tu familia te recordaba “Eso pasa porque….”, y ¡oye! muchas de las veces la explicación pasaba por un mal hábito. Por ello, y sobre todo durante la Educación Infantil, recuerdo (y muchas veces me hacen recordar) que las rutinas de higiene personal, de descanso y de relajación, de alimentación y de seguridad inundaban el quehacer diario.

Ya no era tanto según avanzaba en el sistema educativo. Los pequeños problemas de salud pasaban a ser “un estorbo”, y un trabajo añadido, porque al no poder asistir a clase, todo lo dado y hecho lo tenías que hacer en casa ¡encima! Los temas de salud dieron paso a otros temas relacionados que provocaban más que una risa y coloretes; y casi sin darte cuenta ya no había detallito, ni dibujos, ni esa misma doctora. Nos habíamos hecho mayores y eso conlleva una nueva visión de la salud… Con estas palabras me lo recuerda mi madre “No te gustaban las batas blancas… pero eras una muy buena enferma”

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