Y en el cole… aún recuerdo cuando la campaña de vacunación se hacía en el
centro, unos detrás de otros, tal como reses. Yo prefería a MI doctora, a MI enfermera, MIS lápices
de colores y MIS tizas. Aún recuerdo
cuando me vinieron a buscar a clase porque mi hermano, un año menor, se
encontraba algo “pachucho” después de una inyección. Unos besitos de hermana
mayor, unas cosquillas, y andando. Quizá sea importante como docentes ser
conscientes de que el afecto y la felicidad está íntimamente relacionado con el
bienestar físico y mental, y por lo tanto, con la salud. “A la fila, a enjuagar, todos juntos a cantar” cantaba una profesora
efusivamente a la espera de que todos y todas nos levantáramos raudos y veloces
para hacer los lavados bucales con el famoso Flúor de color rosa.
Dibujo realizado por una alumna de 5 años sobre los cuidados cuando uno está enfermo |
Estar enfermo era algo que pasaba, sin explicación, ni causa lógica, hasta
que o bien la profesora o cualquier miembro de tu familia te recordaba “Eso pasa porque….”, y ¡oye! muchas de
las veces la explicación pasaba por un mal hábito. Por ello, y sobre todo
durante la Educación Infantil, recuerdo (y muchas veces me hacen recordar) que
las rutinas de higiene personal, de descanso y de relajación, de alimentación y
de seguridad inundaban el quehacer diario.
Ya no era tanto según avanzaba en el sistema educativo. Los pequeños
problemas de salud pasaban a ser “un estorbo”, y un trabajo añadido, porque al
no poder asistir a clase, todo lo dado y hecho lo tenías que hacer en casa
¡encima! Los temas de salud dieron paso a otros temas relacionados que
provocaban más que una risa y coloretes; y casi sin darte cuenta ya no había
detallito, ni dibujos, ni esa misma doctora. Nos habíamos hecho mayores y eso
conlleva una nueva visión de la salud… Con estas palabras me lo recuerda mi
madre “No te gustaban las batas blancas…
pero eras una muy buena enferma”
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